Emma y la Bestia: Otra cosa (4ª parte) ~ Blogs Colaboradores
¡Hola! Aquí llega la cuarta y por tanto, última parte, del relato Emma y la Bestia.
Podéis leer el capítulo uno, aquí; el capítulo dos, aquí; el capítulo 3, aquí.
Podéis leer el capítulo uno, aquí; el capítulo dos, aquí; el capítulo 3, aquí.
OTRA COSA:
Emma fue por todas las
habitaciones pero no halló a Bestia. Decidió asomarse al balcón, y allí,
tendido en el suelo, estaba Bestia moribundo.
Emma recordó toda su
estancia en el castillo, la hospitalidad, generosidad y caballerosidad de
Bestia, pero también que por él estaba encerrada en un castillo que le privaba
de conocer el mundo y... el amor, pues ningún hombre querría arriesgar su vida
para deshacerse de la bestia y así poder estar con ella. Claro que Bestia
también le ofrecía amor, ¿pero qué delicada mujer iba a enamorarse de...una
bestia? Si fuese un príncipe como el del dibujo, todo sería más fácil... pero
ella no tenía esa suerte.
No podía evitar
acordarse de todas esas noches en las que se despertaba empapada en lágrimas,
pensando que estaba prisionera. Ninguna mujer merecía ser prisionera.... Si intentara comprenderme, al menos. Me
gustaría que me tratase mal, para tener una razón por la que odiarlo.
La falta de
comunicación entre ellos, era evidente. Este no era el típico cuento de hadas,
era... otra cosa. Quizá unas palabras, solo unas palabras... podrían salvar
esta historia.
Emma no sospechaba que
en realidad Bestia era ese apuesto príncipe, y que el tiempo se agotaba para
él. Era preciso una muestra de afecto de Emma hacia la Bestia para que el
encantamiento se deshiciese, para que la Bestia se transformara en el príncipe
que era.
¿Y
si me casase con la Bestia? Pero primero tendría que estar enamorada y el amor...
A Emma la felicidad se
le antojó tan lejana que, allí arriba, en el balcón, creyó que sería mejor
poner punto y final. Entonces recordó la emoción inicial, y bajó al jardín
lleno de rosas, arrancó una, y se dirigió a la Bestia. Arrodillada ante él, sumida
en un estado de angustia, vio pasar su vida, como si fuera ella quien fuese a
morir. Emma, desesperada, pensó que había llegado el momento de decir unas
palabras, pero estas se atascaron en su garganta. Bestia susurró un bésame con sus últimas fuerzas. Emma,
confusa y triste, decidió besarlo, en un acto más teatral que instintivo. Un
beso no tiene por qué significar amor, pero si es cierto que un simple beso
puede romper hechizos. Hay que tener cuidado con los besos.
La bestia no tardó en
convertirse en el apuesto príncipe del dibujo. Emma sorprendida por este giro
en su vida, le volvió a besar, esta vez, apasionadamente. Y se casaron y
vivieron felices. Quizá lo correcto sería dejarlo así, pero no sería la verdad.
Lo cierto es que después de esta primera felicidad, la tristeza volvió a invadir
a Emma, y cada vez que su marido se miraba al espejo, ella maldecía ese beso.
¡Nos leemos!
¡Hola! ¡Ay! Emma me puede, pero si se fue ella voluntariamente a meterse en el castillo, no debe quejarse de nada, que hasta sus aventuras se montó. Pero lo que le daba la adrenalina momentánea no le alcanzaba, es de esas mujeres que nunca están satisfechas con nada.
ResponderEliminarMe gustó tu versión y que no haya acabado con el final feliz por esa eterna insatisfacción de ella, me gustó. Eso sí, pobre Bestia :,D
Me gusta el nuevo color del blog <3
¡Un abrazo!
¡Hola!
ResponderEliminarOh, vaya. Y ya estamos en el final.
Sabía que Emma no podría tener un final feliz, aunque pensé que no llegaría siquiera a romper el hechizo xD. No le tenía mucha fe a la mujer, he de decirlo. El tuyo, sin embarbo, puede que sea un final peor para ella xD.
Fue un giro interesante respecto a la historia original. Mañana debería publicar la reseña, así que atenta :D. Te vendré a dejar el link de todas formas, pero puede que me demore xP.
En fin. ¡Nos leemos!